Un rostro, un cuerpo o una ciudad que constantemente erosionan o dilatan su superficie al igual que las dunas en los desiertos, los bosques en la amazonia o los hielos polares, solo son tangibles a través de la imagen. Es ella la encargada de recordarnos nuestra finitud cambiante que llamamos vida. Es este paisaje humano que surge indolentemente acaparando nuestras realidades. En consecuencia, solo nos inmortalizamos en un click que nos aporta la Fotografía.